Como punto importante en mi definición de propósitos para este 2019, está el retomar, reforzar y hacer consistente mi hábito de la lectura. Leí hace poco de una Bloggera que sigo en esta plataforma, que el 2018 alcanzó los 58 Libros leídos!. La felicité, y me comprometí conmigo mismo a emularla. Finalmente me motiva el hecho de que es una actividad que disfruto y siento que me suma en varios sentidos. Complementariamente, otro de mis propósitos capitales de este año, es también tener una mayor regularidad en mis entradas a este Blog. Por la temática de este espacio, esto sólo lo puedo lograr incentivando lo anterior.
En ese contexto, me decidí empezar el mismo 1 Enero y lo hice con el libro: «El Misterio de la Luz» de David Fischman. Un libro del que ya había escuchado, y que me lo habían recomendado (enfatizaron en que por ser Papá, era de lectura obligada para mí). Como el mismo Autor describe, es una historia sobre la transformación personal y los caminos hacia la búsqueda de la felicidad, vistos a partir de la vida de un empresario con familia que ve su vida colapsar por la tragedia y sus pocas herramientas emocionales para sobrellevarla.
De lo mucho que me ha gustado el libro (agradezco a quienes me lo recomendaron), tanto en su estilo narrativo, en el que tiene un protagonista que te genera sentimientos antagónicos en cada capítulo (identificación – rechazo, pena – ira, etc.), y la historia misma que te invita a ir por un capítulo más sin cesar. Hay un párrafo que me animé a comentar y compartir.
La Desesperanza se refiere literalmente, y por contraposición, a la pérdida misma de la Esperanza, a que nuestros esfuerzos son en vano. El filósofo Friedrich Nietzsche la consideraba “la enfermedad del alma moderna”. La Desesperanza Aprendida, se define como un estado de pérdida de la motivación, de la esperanza de alcanzar los sueños, una renuncia a toda posibilidad de que las cosas salgan bien, se resuelvan o mejoren. Es una manera de considerarse simultáneamente: atrapado, agobiado e inerme. Se origina a partir de sentir que no tienes control sobre nada.
Un sentimiento que de alguna forma, no ha sido siendo ajeno a cada uno de nosotros en algún momento. Sin embargo, dónde viene el punto de quiebre? Por qué algunos salen de ahí y otros no? Depende siempre de un factor externo o de uno mismo?
Creo que un buen punto de partida es identificar y reconocer dónde estamos (como si fuera fácil!). Ser conscientes de ello y asumirlo. Giorgio Agamben, filósofo italiano, dijo «El pensamiento es el coraje de la Desesperanza». Pero no el Pensamiento en relación a la acción de imaginar una alternativa, sino en aceptar el hecho de que en determinado punto no existe ninguna alternativa clara: de admitir el Punto Muerto en que nos encontramos. Y desde que asumimos eso, empezar a construir qué sigue para nosotros, de ahí que ese Pensamiento se transforme en Coraje.
Creo que el párrafo que he citado resume un poco el libro, lo que yo me llevo de él y cómo comienza cualquier camino de transformación. Una toma de conciencia. Un trabajo de autoreconocimiento (con o sin ayuda), la valentía de aceptar lo que descubramos. Cambiar el Punto Muerto por un Punto de Partida. Ir por algo más que no saber qué hacer. Empezar a hacer, a tomar control. Ese control que sentimos perdido o arrebatado.
Eso es lo que pienso. Pero, es mi par de zapatos: es mi opinión. Me gustaría saber la suya.
Qué opinan ustedes?
Saludos para todos
Diego CB
————
Visto en: El Misterio de la Luz
Autor: David Fischman
Enlace a web: David Fischman
Créditos de la Imagen: Desesperanza Aprendida – Poemario – de Gerardo Urbina Rodriguez
Querido amigo blogger, probablemente sea (y, deba ser considerado) el Punto de Partida… mas, ¿cómo así puede considerarlo quien en su centro de la Desesperanza de encuentra?
Quizás debamos decirle: ¡te ha llegado el momento de dar tu golpe sobre la mesa y decir Basta!
Saludos y Felices Días, amigo!
Niklauss.
Me gustaMe gusta